¿Será crecer?

Érase una vez una niña que vivía en una montaña alta y soleada donde las frías nieves se juntaban con el aroma del mar. En ese campo había huerto, gallinas, perro, gato, yegüa, árboles, albercas, acequias, zarzas, rocas, balates… Era divertidísimo jugar subida a una higuera o deslizarse entre los juncos.

Pero cada vez que le decían: Saucita, cariño, tráeme del huerto una lechuga. Ella pensaba: ¡Joé! Yo no decidí vivir aquí, yo no decidí sembrar tomates, yo no quiero ir a recoger orégano ni ir a por lechugas al huerto. Pero no le quedaba más remedio así que iba malhumorada y con cara de culo a arrancar verduras de la tierra.

El tiempo pasó rápido y sin tregua. Cada vez que pestañeaba era más grande. Cerraba los ojos, los abría y estaba en la ciudad. Y le gustaba tanto esa ciudad, esa vida de gente y bullicio que cada vez se iba a ciudades más grandes. Y siguió corriendo el tiempo como el agua por el desagüe. Y ella quería atascar el desagüe pero las cañerías debían de ser muy buenas porque los años seguían escapándose.

Un día que volvió de visita a la montaña le dijeron: Sauce, tráeme del huerto dos cebollas y dos puerros. Y ella, feliz, contenta y gustosa fué a arrancarlos como si se trataran de tesoros preciosos. Y respiró el aire… Y miró el horizonte… Y pensó: Creo que ya sí que me he hecho mayor de verdad.

El baile.

Mañana del 25 de Diciembre fun fun fun. Bueno, más bien tarde ya…

Abuela: ¿Bailásteis mucho anoche?

Nieta: Bueno, yo sí pero Cris y Almu no tanto. Yo bailé mucho, la verdad.

Abuela: ¿Con los hombres?

Nieta: ¿Con los hombres? No, solas.

Abuela: ¿Los hombres no bailaban con vosotras?

Nieta: No… Bueno, algunos bailaban, pero pocos, la verdad. Y no con nosotras.

Abuela: ¿Pero no bailáis en parejas, agarrados?

Nieta: No… Se baila sueltos.

Abuela: ¡Qué absurdo!

Qué ganitas tengo algunos días de marcar ciertos números de teléfono!!!

Trabajarán a nivel multinacional? En otros continentes, tendrán sucursales? Hasta qué distancia viajan? Cobran por kilometraje, supongo, no?